miércoles, 29 de febrero de 2012

Cápsula de placer*


Es tan agradable saber que voy al invernadero, ya esa sola certeza hace que después del trabajo me deslice entre las calles y no me importe el corneteo de los autos y ese tumulto sudoroso de intolerable rostro sobreviviente. En el invernadero me es grata la vida, disfruto de aquello que medianamente puedo controlar. En el huerto y las flores me sostengo, es en este momento en lo que creo, por lo que me esfuerzo. Es mi tonta manera de resistir. Invernadero, cápsula de placer. Mis antiguos compañeros de lucha me acusan de ser un deprimente ex anarquista y me llaman en tono burlón “el New Age”, me río de sus chistes pasivamente, ya las ideologías y las fuerzas se me han escurrido de la conciencia, las decepciones y contradicciones han terminado por domarme y me han empujado a una corriente mansa, sorda, indiferente, por la que floto y me dejo llevar.  Dudo del poder de acusación de aquel que me señala, es muy fácil olvidar la renuncia y aceptar que todos terminamos abandonando algo. Mejor hablar y pensar en el invernadero, mi dimensión bien conocida, mi incubadora marca Aquinopasanada.  Tengo el invernadero gracias a mi abuela, que me enseñó a sembrar así como ella lo hacía en el campo, bajo los mandatos de la luna y sus inquietas formas. En el invernadero recreo con cada planta las historias que mi abuela me contaba, las plantas llegan a ser las personas y los escenarios. Cuando anochece el invernadero queda tan oscuro que pareciera que no existiera la luz en el mundo, entonces imagino el campo donde mi abuela creció bajo la luz de las velas y los fogones y todos los temores y supersticiones que traía la noche. Imagino a mi abuela metida en las faldas de su madre mientras afuera el Carretón con su figura espectral espantaba a los insomnes que no le temían a la noche y a la parranda. Y aquí estoy yo, metido entre las faldas del invernadero, con estos recuerdos e imaginaciones que le dan otro aire, a su silencio cuadrado, a su naturaleza de triste refugio. Aquí cultivo la vida como un sutil y confiado andar hacia la muerte, aquí evaporo las interrogaciones y cabo con esmero el hueco donde he de sembrarme.  

*Texto de la semana 26 del Proyecto Las 3 Variables. 

6 comentarios:

Cristina Calduch dijo...

Muy bonito, sugerente texto. Dan ganas de seguir leyendo. Saludos

Anaís Barrios Flores dijo...

Gracias, Cristina por pasar por aquí y dejar un comentario.

Víctor Mosqueda Allegri dijo...

Hermoso Ani. Te lo dije en su momento y te lo vuelvo a decir. Y te repito otra cosa: debes escribir más cuentos. Ese poderío poético que imprimes a la narración, la sensibilidad de tus imágenes, de las acciones, hace que leer tus cuentos sea una experiencia grata y diferente. Y además ya tienes otro cuento de ancianos para tu lista. Yo tú iría empezando a redondear la idea del libro bajo este concepto. Bello. Yo lo compraría. Aun cuando vives conmigo, y sería imposible no tenerlo en nuestra biblioteca. Un beso.

Anaís Barrios Flores dijo...

Gracias, Vic. Me alegra que te parezca hermoso este texto. Seguro termino considerando tu recomendación y me pongo seria a escribir más cuentos y a armar un libro.

Frankis Kis dijo...

Me recordó a esta canción...

http://www.musica.com/letras.asp?letra=130420
http://www.youtube.com/watch?v=yg0AZeKi4Mk

Anaís Barrios Flores dijo...

Si que es un honor que uno de mis textos te recuerde una canción de Fito.

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