miércoles, 20 de enero de 2010

Antena Insomne

Una vez un amigo me dijo que escribir ayuda a asentar las ideas. Yo agregaría que también ayuda a concientizar y dejarlas conocer a los otros y, ¿por qué no?, es una forma de expresar explícita o implícitamente las necesidades. Y es que Anaís Insomne surge más de una necesidad que de cualquier otra cosa; la necesidad de escribir, de crear, de obligarme a profundizar. Esa necesidad de traspasar la superficie de las cosas cotidianas y comunes. Básicamente es una oposición, una rotunda negación a dejar pasar los días sin la conciencia de vivirlos. Si llego a anciana, quiero ser una vieja con anécdotas, una cuentacuentos que no le da tregua al olvido. Escribir es también para mí una alianza con las cosas, con los otros, con la historia; es una danza, entretejer una red inacabable que condense la vida misma. Así Rimbaud nos dice a todos: He tendido cuerdas de campanario a campanario; guirnaldas de ventana a ventana; cadenas de oro de estrella a estrella, y danzo.


Quizá de esta necesidad de escribir y de contar fue como el Temístocles Pacheco de Eduardo Liendo se transfiguró en mosca para luego decirnos: es la mosca la que contempla el mundo y me lo describe. La que se contamina de exterioridad imágenes, árboles, cielos, rostros, sangre, espuma, campanas, truenos… para que yo piense. Para que pueda moldear con palabras mi rico mundo anímico (…).


Si no soy mosca soy insomne, si no soy insomne soy y escribo. Escribir porque en un corazón no siempre cabe todo, para que las palabras no sean una masturbación en mi conciencia, para no caer sin salida en la Paradoja del Insomne de Juan Calzadilla: Estoy bastante satisfecho / de poder hablarme a mí mismo / y de que además, pueda ser / oído por alguien que, como yo, / es de mi entera confianza(…).


Por ello y otras cosas posiblemente inconscientes, intangibles e invisibles surge este espacio para escribir bajo el insomnio que me acompaña o sin él, pero eso sí, siempre atenta como antena como advierte Sophia de Mello. Este blog es una forma de, al igual que Gustavo Pereira, contar una parte de las insignificantes / aventuras del ojo / por países de adentro por grietas húmedas atravesadas / de venas inacabables (…).


Así, aquellos insomnes que como yo andan curiosos, inquietos y ante todo se oponen, pueden encontrar aquí un lugar donde converger y divergir, donde tejer juntos la lúdica de las cosas.