viernes, 28 de octubre de 2011

Mar negro*


Cuando Victorino entró al sanatorio afirmaba que en los jardines existía una gran playa, de arena suave y brisa tibia. Lo podíamos ver acostado en el césped haciendo una rutina de nado matutino. A veces le seguíamos la corriente y nadábamos con él hasta que el sol nos enrojecía el rostro. Una playa en pleno Querétaro era un verdadero privilegio, un escape frente a tanto vacío y miseria. Los días en la playa parecían marchar bien. Pero de un momento a otro, comenzó a temer de la playa. Creía que en cualquier momento de sus aguas saldrían piratas fantasmas para atraparlo. Ello coincidió con aquellos terroríficos gritos nocturnos que soltaba desde su habitación y que nos arrebataba el sueño y la confianza. Por él comenzamos a sentir miedo de lo que pudieran hacer los espíritus malvados que vestidos de blancos recorrían los pasillos y nos seguían a todos los lados. Ellos eran crueles y despiadados. Los gritos, esos gritos de Victorino eran terribles. Definitivamente había que temer. Todo sonido que antes era cotidiano ahora resonaba como música de infierno sobre nuestros oídos. Después no sólo era la noche la que aterraba, también el día se nos presentaba lúgubre e incierto. La tensión nos sostenía y un ambiente de incertidumbre mantenía al corazón expectante. Una mañana vimos a Victorino cumplir con recelo su rutina de nado, le hacía sentir bien. Luego de unos minutos se quedó flotando frente a los rayos del sol y se le vio esforzándose para no dormirse, pero no pudo evitarlo. Lo temido, sucedió. Cuando despertó el espectro estaba allí. 

*Texto de la 9na semana del proyecto literario Las 3 Variables.

2 comentarios:

Víctor Mosqueda Allegri dijo...

Uhm, tramposita. Nombrar la palabra Querétaro no sitúa inmediatamente al cuento en Querétaro. Debe haber una mayor involucración... al menos desde mi punto de vista. Pero bueno, el cuento me parece agradable: la realidad de uno puede construir la realidad de otros. Un poderoso concepto. Sin embargo creo que podrías darle un poco más de impacto al final, para que ese concepto quede más afianzado en el lector... asumiendo, claro, que ésa fuera tu idea y no otra. Un besote.

Cristina Calduch dijo...

Hola,
Creo que estas variables han resultado las más difíciles de todas las propuestas hasta ahora. A mi entender, el texto de Anais está bien escrito y es coherente, y al menos se menciona Querétaro! ;)
También debo decir que no es una historia tan terrorífica como era de esperar: como lector al saber que se trata de un sanatorio, ya presuponemos que nada de lo que ocurre es real sino imaginado por los protagonistas, así que esa distancia nos hace mantenernos a salvo de los hechos. Saludos cordiales

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