jueves, 22 de septiembre de 2011

Sequía Burlada*

A las 8:00 pm Andrés irrumpe en su apartamento directo a la esquina superior de su biblioteca. Solía llegar agotado a esa hora del trabajo, pero hoy una necesidad de comprobación lo condujo a aquel pesado libro sin detenerse en el sillón de la sala como acostumbra hacer. Leyó “Sequía: Tiempo seco de larga duración”, en la página 938 del diccionario. Seis meses sin escribir era eso, pensó. Le resultaba agobiante estar así, con una imagen fija en la cabeza que no llegaba a fluir. Se sentó en el sillón mirando a su alrededor como si buscara algo en aquella penumbra interrumpida por pequeños trozos de luz que entraban por la ventana y posaban seguros entre las cosas. Cómo transformar esa imagen en cuento, cómo transformar mi vida en un cuento, hablaba para sí, cuando un ruido estrepitoso le hace notar que la biblioteca está escupiendo cuatro libros con una puntería tan certera que cada uno quedó cómodamente ubicado en las sillas y el sofá de la sala. Sintió latir su estómago. Cerró brevemente los ojos mientras sacudía la cabeza. Al abrirlos, estaban allí, precisamente ellos, mirándolo como si fuese él quien estorba. Paralizado, no habló. Poe, Borges, Bosch y Cortázar estaban a su alrededor sentados con vasta familiaridad. Éstos dejaron de observarlo y se juntaron para discutir entre ellos, como continuando una antigua conversación. Bosch decía:

-Lo primordial es que tenga importancia.

-A eso me refiero cuando les digo que para mí el significado del tema está íntimamente relacionado con el efecto que éste haya tenido en el escritor -afirma Cortázar-.

- Después no es sólo el efecto que tenga para el que escribe, lo que realmente me preocupa al escribir un cuento es el efecto que quiero causar en el lector, elegir las formas más originales para impresionarlo -agrega Poe-.

Borges lo interrumpe.

- Y como sabemos, al tener todo esto definido es preciso pensar en los detalles, lugares o incidentes necesarios para sostenerlo, es allí donde me permito fantasear e incluso falsificar.

Mientras se profundizaba la discusión, se cerraba más el círculo de escritores. Andrés experimentó una especie de indignación. Justamente durante la sequía aparecen en mi casa para burlarse de mi incapacidad, porque esto no es más que una burla, murmuró para sí. Se levantó furioso, dio una vuelta al apartamento, se acercó y les gritó:

-   ¡Yo no les preguntaba nada a ustedes, me lo preguntaba a mí! ¡Sólo a mí!

Tomó los cuatro libros acomodados en las sillas y el sofá y los lanzó con rabia en distintas direcciones. Todos aterrizaron en la biblioteca rellenando con solemnidad el espacio que se les había adjudicado.


Entre perturbado y estúpido, Andrés se echa a reír incontrolablemente. La vida es una burla, la sequía es una burla y este cuento que llevo atascado en mi cabeza se está burlando de mí, concluyó.


No le quedó otra opción que enfrentarse a la nada incandescente de la página en blanco y, riéndose, comenzó a escribir.


*Cuarto texto de la cuarta semana del proyecto literario Las 3 Variables.  

3 comentarios:

Víctor Mosqueda Allegri dijo...

Hola Ani. ¡Qué fino tu cuento! Me encanta ese despertar mágico de las cosas. Esa sabiduría de la biblioteca de escupir los libros y los autores precisos, esa indolencia de los hombres que conversan como si fuese un retazo de algo que nunca ocurrió, o cuatro retazos que nunca estuvieron juntos, pero que existieron cada uno en su momento.

Sé que las comparaciones no son muy elegantes, pero pienso que de todos los textos que se escribieron esta semana (incluido el mío) tú has sido la que ha logrado atinar más al lenguaje de cada autor, a su visión de la narrativa. O al menos has sido la que ha usado las fórmulas más evidentes para identificarles, pero perfectamente ajustadas al tono de tu cuento.

Lo único que me corta un poco el disfrute del cuento, es que siento que te extendiste mucho con el final, quizás pensando en el consejo de Poe de hacerlo todo para el lector, y desatendiendo a Cortázar que te recomienda dejarte llevar por el cuento te dice a ti.

La cosa es que siento que el cuento es perfecto hasta "-¡Yo no les preguntaba a ustedes, me lo preguntaba a mí! ¡Sólo a mí!". Yo, de hecho, lo hubiera dejado hasta allí, o a lo sumo le hubiera dejado el párrafo siguiente. En cualquiera de los casos, de haber llegado hasta el punto que tú llegaste, no le habría dado un final feliz; es decir, para mí la página debió haber quedado en blanco. Sobre todo después de tal reacción de su parte, que habla de su bloqueo emocional para lo que los escritores le dijeron.

En fin, éstas son mis percepciones. Lo cierto es que la historia es fabulosa, sencilla y mágica; todo simultáneamente. Y admiro cómo hiciste para escribir una historia tan corta con unas variables tan complejas como éstas. Lo dicho: tienes madera de microcuentista.

Cristina Calduch dijo...

Me gustó mucho. Una propuesta muy difícil muy bien resuelta. Saludos.

Bitácora de vuelos dijo...

Sí me gusto, aunque creo que deberías de haber dejado que los escritores hablaran más. Es muy corta su intervención. Coincido con Víctor sobre el final. Un poco antes y perfecto.

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