Es tan agradable
saber que voy al invernadero, ya esa sola certeza hace que después del trabajo me
deslice entre las calles y no me importe el corneteo de los autos y ese tumulto
sudoroso de intolerable rostro sobreviviente. En el invernadero me es grata la
vida, disfruto de aquello que medianamente puedo controlar. En el huerto y las
flores me sostengo, es en este momento en lo que creo, por lo que me esfuerzo.
Es mi tonta manera de resistir. Invernadero, cápsula de placer. Mis antiguos
compañeros de lucha me acusan de ser un deprimente ex anarquista y me llaman en
tono burlón “el New Age”, me río de sus chistes pasivamente, ya las ideologías
y las fuerzas se me han escurrido de la conciencia, las decepciones y
contradicciones han terminado por domarme y me han empujado a una corriente
mansa, sorda, indiferente, por la que floto y me dejo llevar. Dudo del poder de acusación de aquel que me
señala, es muy fácil olvidar la renuncia y aceptar que todos terminamos
abandonando algo. Mejor hablar y pensar en el invernadero, mi dimensión bien
conocida, mi incubadora marca Aquinopasanada. Tengo el invernadero gracias a mi abuela, que
me enseñó a sembrar así como ella lo hacía en el campo, bajo los mandatos de la
luna y sus inquietas formas. En el invernadero recreo con cada planta las
historias que mi abuela me contaba, las plantas llegan a ser las personas y los
escenarios. Cuando anochece el invernadero queda tan oscuro que pareciera que
no existiera la luz en el mundo, entonces imagino el campo donde mi abuela creció
bajo la luz de las velas y los fogones y todos los temores y supersticiones que
traía la noche. Imagino a mi abuela metida en las faldas de su madre mientras
afuera el Carretón con su figura espectral espantaba a los insomnes que no le
temían a la noche y a la parranda. Y aquí estoy yo, metido entre las faldas del
invernadero, con estos recuerdos e imaginaciones que le dan otro aire, a su
silencio cuadrado, a su naturaleza de triste refugio. Aquí cultivo la vida como
un sutil y confiado andar hacia la muerte, aquí evaporo las interrogaciones y
cabo con esmero el hueco donde he de sembrarme.
*Texto de la semana 26 del Proyecto Las 3 Variables.
6 comentarios:
Muy bonito, sugerente texto. Dan ganas de seguir leyendo. Saludos
Gracias, Cristina por pasar por aquí y dejar un comentario.
Hermoso Ani. Te lo dije en su momento y te lo vuelvo a decir. Y te repito otra cosa: debes escribir más cuentos. Ese poderío poético que imprimes a la narración, la sensibilidad de tus imágenes, de las acciones, hace que leer tus cuentos sea una experiencia grata y diferente. Y además ya tienes otro cuento de ancianos para tu lista. Yo tú iría empezando a redondear la idea del libro bajo este concepto. Bello. Yo lo compraría. Aun cuando vives conmigo, y sería imposible no tenerlo en nuestra biblioteca. Un beso.
Gracias, Vic. Me alegra que te parezca hermoso este texto. Seguro termino considerando tu recomendación y me pongo seria a escribir más cuentos y a armar un libro.
Me recordó a esta canción...
http://www.musica.com/letras.asp?letra=130420
http://www.youtube.com/watch?v=yg0AZeKi4Mk
Si que es un honor que uno de mis textos te recuerde una canción de Fito.
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