El pasado viernes y sábado estuve participando en un nutrido Taller de Microficción dentro del marco de la 12.a Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo. En esencia el taller fue un conversatorio donde reflexionamos sobre las características del microcuento y sobre el arte de escribir. El facilitador del taller fue Guillermo Bustamante, narrador colombiano y cofundador de la revista de minicuentos Ekuóreo. Bustamante nos acercó por medio de sus interrogantes a la naturaleza del microcuento y fue muy generoso en mostrar y compartir con nosotros una amplia variedad de microficciones. De esta enriquecedora experiencia, que más que apaciguar mis inquietudes las estimuló, quedaron estas dos producciones, una dentro de la modalidad del bestiario y otra empleando como base a una fémina de las fábulas.
Modies
Los modies, habitantes de todas
las rendijas y comisuras existentes, se incuban y reproducen dentro del
pensamiento de todo humano propenso a la tragedia. Como hay mucho humano
trágico, habrá de suponerse que existe abundancia de modies rumiando justo los bordes
que separan precipicio de camino. Es precisamente aquí donde subyace el poder
de su naturaleza, pues las personas suelen temerle a su particular capacidad de
sellar las ventanas y puertas que conducen hacia el sí mismo. Casi nadie
percibe la sutil ternura y la vasta genuinidad que los conforma, pero todos
coinciden en que son incertidumbre y certeza.
Sin caperuza
Un buen día caperucita decidió no
usar más su habitual caperuza roja, harta de que la creyeran una
activista de izquierda. Así pudo internarse en la montaña a preparar el
atentado contra el lobo.
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