Montaña arriba, en los caminos empinados y pedregosos, en las noches oscuras sin luna la gente se metía en sus casas, nada más los perros se mostraban y una que otra carterita de licor abandonada en el camino por algún campesino que para ver mejor las piedras calentaba sus piernas, antes de acompañar a los ríos en el sueño. En esos caminos solitarios, entre ladridos y silencios, los peregrinos andan con la vida, llevando consigo todo aquello que encuentran y les permite reconocerse.
Anaís y Hadit
Mérida 2006
Nota: Esta historia fue escrita a dos manos, las dos manos de una amistad, es una historia de peregrinas en un lugar de asombros. Fue escrita durante una noche oscura a la orilla de un camino merideño tan solitario que Hadit y yo no tuvimos otra que pensar que los espantos se espantaron…
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